¡Qué no son molinos, Sancho! ¡Qué son gigantes!
Desde
pequeña siempre me ha gustado la lectura. Cuando mis hermanos llegaban
a casa con libros de cuentos o novelas clásicas que le daban en la
escuela para leer, yo tomaba los libros prestados y comenzaba a
leerlos. Fue así como conocí al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La
Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Mi hermana tuvo que leer esa
novela. Ella la aborrecía, mientras que a mí me cautivó las hazañas que
realizaba el Quijote, con tal de conquistar el amor de su Dulcinea.
Sin
embargo, siempre tuve la curiosidad de que el Quijote vivía una vida
desubicada de la realidad, pensando que él vivía lo correcto y los demás
estaban equivocados. En su delirio incansable, el Quijote quería
enseñarle a su fiel escudero, Sancho, lecciones de vida muy valiosas,
según él, pero no aplicable al mundo real. Una de sus aventuras fue su
pelea con los “gigantes”, que eran, nada más y nada menos, que molinos
de vientos. Cuando Sancho lo trataba de corregir, el ingenioso Quijote
le reprendía y le decía que estaba equivocado. “¡Qué no son molinos,
Sancho! ¡Qué son gigantes!”
Muchas
veces, en nuestro desespero por conseguir la solución a los problemas,
nos equivocamos y comenzamos a cometer errores. Vemos los problemas
como gigantes, que quieren aplastarnos y destruirnos. A veces pensamos
que con nuestras fuerzas podemos resolverlo todo, pero terminamos
aplastados y derrotados por los problemas. Pensamos que esos problemas
provienen por algún pecado oculto que haya enojado a Dios, o que
simplemente, Dios ya se olvidó de nosotros. Al pensar así, estamos en
un error.
Dios
nos prueba para ver cuánto creemos en Él. Dios quiere que, como el
oro, brillemos a través de las pruebas. Él permite que nosotros, al
igual que el oro, seamos probados y seamos refinados, para ver el grado
de fe y de confianza que poseemos en el Señor. Si somos cristianos de
verdad, como el oro, brillaremos y permaneceremos firmes. Si somos
cristianos de fantasías, o sólo cristianos por nombre y costumbre,
conocido como los “gold finished” o de mentira, nos desvaneceremos.
Dios nos prueba para ver como actuamos. En Job 23:10, Job declara que:
“Más Dios conoce mi camino. Me probará, y saldré como el oro”. Dios
sabía que su siervo Job, al ser probado por el diablo, iba a reflejar
que él era un siervo de Dios de verdad. Por más situación difícil que
pasó Job, desde la perdida de sus bienes, la muerte de sus hijos y el
abandono de su esposa, a él le quedó fuerzas para decir: “Desnudo salí
del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová
quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).
La
misma Biblia declara que Dios prueba a sus hijos porque nos ama:
“Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma
los aborrece” (Salmo 11:5-6). Es decir, Dios nos permite la prueba
porque nos ama… Tal vez pienses que me he vuelto loca al comentar esto,
pero, la realidad es que Dios, al probarnos, quiere que aprendamos a
confiar en sus promesas, a depender de Él y a crecer y madurar en sus
caminos. ¡Qué bueno es cuando ponemos nuestras cargas en las manos del
Señor y le pedimos a Él que nos ayude con las mismas!
Muchos
son los siervos de Dios que aparecen en toda la Biblia hablando sobre
las pruebas que Dios le ponen en sus caminos, y comentan sobre el
propósito de esas pruebas para sus vidas y para cada uno de los
cristianos. Comencemos mencionando algunos versículos bíblicos y
personajes bíblicos que, en medio de sus pruebas, le dieron la
oportunidad a Dios de glorificarse:
3 Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
4 Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años.”
A
veces Dios permite las pruebas para ver lo que hay en nuestros
corazones. Muchas veces nos mal acostumbramos de vivir una vida llena
de comodidades y nos alejamos de Dios, por eso Dios permite las pruebas,
para acercarnos
más a Él. El pueblo de Israel tuvo que enfrentar su caminar en el
desierto por cuarenta años, por desobedecer la voz del Señor al comenzar
a adorar la imagen que construyeron a los pies del Monte Sinaí. No
empero a su desobediencia, Dios les amó en gran manera que no permitió
que en cuarenta años ninguno de ellos muriera de hambre, enviándoles el
maná del cielo, que sufrieran de frío o de calor, con la nube de día y
la columna de fuego de noche y aún cuidó de que sus ropas no se
desgastaran. ¡Qué bueno es Dios! No conforme a eso, hace una promesa:
que viviremos de todo lo que Jehová habla y da. ¿No es maravilloso?
Deuteronomio 13:1-3: “1 Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios,
2
y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo:
Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles;
3
no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de
sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis
a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra
alma.”
Dios
nos advierte de los falsos profetas, pero permite que estos lleguen a
nuestras vidas para ver el amor que le tenemos a Dios; para que nosotros
podamos demostrar que le somos fieles de todo corazón, o si sólo
vivimos de las apariencias.
1 Reyes 3:5-6: “5 Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
6
Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi
padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con
rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran
misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como
sucede en este día.”
Dios
nos prueba dándonos cosas buenas para ver si somos agradecidos. Y,
muchas veces, solemos olvidar esas bendiciones y olvidar quien nos la
da. Pero Dios, en su misericordia, nos sigue amando y busca que
nosotros reconozcamos que él es Dios, y pidamos más de Él sabiduría y
misericordia.
Jeremias 20:12: “12
Oh Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los
pensamientos y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque a ti he
encomendado mi causa.”
¿No
pasaron Sadrac, Mesac y Abed-nego, en Daniel 3, la prueba más
importante de sus vidas, al ordenárseles que se postraran ante la imagen
hecha por
el rey Nabucodonosor, negando así a Dios? En ningún momento se
postraron ante la imagen y por ello fueron lanzados al horno de fuego.
Sin embargo, ni sus ropas ni sus cabellos fueron quemados. El rey
Nabucodonosor tuvo que reconocer al Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, y
darle toda gloria y honra.
¿No
vivió la reina Esther la misma situación cuando Ammán quería exterminar
al pueblo de Israel, comenzando con su primo Mardoqueo? Dios le dio la
victoria al ponerla en gracia ante el rey Asuero, revelarle el plan de
Ammán y así hacer cumplir su promesa para con su pueblo Israel de
salvarle y, sobre todo, ponerles en gracia.
Quiero
dejarles varios pasajes bíblicos que reflejan lo que nosotros debemos
hacer en medio de las pruebas, mostrando así la confianza que tenemos en
nuestro Padre Celestial:
C Hechos 16:22-25 Alabar a Dios en medio de la prueba.
C 1ra Corintios 3:11-14 La forma como seremos probados para ser aprobados
C Santiago 1:3 “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
C 1ra Pedro 2:19 Aprobación de parte de Dios
C 1ra Pedro 4:12-13 Gozo en medio de las pruebas
C Santiago 1:12 Soportando las pruebas
“Bienaventurado
el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la
prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le
aman.”
Dios
no quiere que pensemos que estamos solos y desamparados en medio de las
pruebas. Él siempre está a nuestro lado. Lo que resta es que nuestra
fe esté funcionando en todo momento y que tengamos nuestra confianza en
Jesucristo, el autor y consumador de todas las cosas.