jueves, 20 de diciembre de 2012

El fin del Mundo...

Mi contestación a las profecías Mayas, a los que creen en dichas profecías y a los listos que se están lucrando de esas profecías… Nadie puede determinar cuándo será nuestro fin, excepto Dios, quien es el autor y consumador de todas las cosas creadas. Dios no miente, y por eso estableció en su Palabra que, cuando Él venga a buscar a su pueblo, nadie se lo esperará. Prefiero creerle a Dios, a creer cosas que de verdad no llenan mi alma.

Amigo, mi intención no es ofender a nadie. Simplemente lee lo que dice la Palabra de Dios. Mañana hablaremos. ¡Dios te bendiga!

San Mateo 24:27, 29- 31, 33, 35-39, 42-44 “Señales del fin”

(Otras referencias: Marcos 13:24-37, Lucas 21:25-36, 17.25-36; 12.41-48)

27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

La venida del Hijo del Hombre

29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. 37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. 42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. 43 Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. 44 Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.

Confía en Dios...

Palabra del Día: Locos por Jesús (2 CORINTIOS 5:1-21)

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.  Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;  pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.  Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.  Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
   Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor  (porque por fe andamos, no por vista);  pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.  Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.  Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
   Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias.  No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón.  Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros.  Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;  y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
   De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.  Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;  que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.  Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Palabra del Día: Proverbios 3:1-35

Hijo mío, no te olvides de mi ley,
Y tu corazón guarde mis mandamientos;
   Porque largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.
   Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Átalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;
   Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.
   Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
   Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
   No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
   Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
   Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;
   Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto.
   No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;
   Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
   Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;
   Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
Y sus frutos más que el oro fino.
   Más preciosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
   Largura de días está en su mano derecha;
En su izquierda, riquezas y honra.
   Sus caminos son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.
   Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,
Y bienaventurados son los que la retienen.
   Jehová con sabiduría fundó la tierra;
Afirmó los cielos con inteligencia.
   Con su ciencia los abismos fueron divididos,
Y destilan rocío los cielos.
   Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;
Guarda la ley y el consejo,
   Y serán vida a tu alma,
Y gracia a tu cuello.
   Entonces andarás por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.
   Cuando te acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.
   No tendrás temor de pavor repentino,
Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,
   Porque Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de quedar preso.
   No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para hacerlo.
   No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué darle.
   No intentes mal contra tu prójimo
Que habita confiado junto a ti.
   No tengas pleito con nadie sin razón,
Si no te han hecho agravio.
   No envidies al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus caminos.
   Porque Jehová abomina al perverso;
Mas su comunión íntima es con los justos.
   La maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de los justos.
   Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia.
   Los sabios heredarán honra,
Mas los necios llevarán ignominia.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Palabra del Día: 1 Pedro 1:3-25

Nuestra esperanza de vida que nos lleva a vivir de manera santa ante la presencia de Dios...

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,  para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,  que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.  En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,  para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,  a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;  obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
   Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,  escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.  A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.
   Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;  como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;  sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;  porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.   Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;  sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,  ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,  y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
   Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;  siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.  Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
   Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.