¡Dios te bendiga! Esperamos que las palabras compartidas contigo sean de gran bendición... Son Palabras de vida para Ti... Somos jóvenes encaminados a predicar la Palabra de nuestro Señor Jesucristo mediante la tecnología... Como dice la Biblia en Marcos 16:15: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. " Nuestro propósito e interés: Salvar almas para Cristo...
domingo, 8 de agosto de 2010
A un hilo de aliento de vida... Tú me rescatastes...
"Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y cobra aliento". Mientras Él me hablaba, recobré las fuerzas y dije: "Hable mi señor, porque me has fortalecido".
Daniel 10:19
Hace aproximadamente un mes me fue diagnosticado dos enfermedades relacionadas a problemas respiratorios. Fui diagnosticada con asma crónica y apnea del sueño, con un funcionamiento en mis pulmones de un 54%. Al principio lloré, me turbé, pensé en que Dios se había olvidado de mí... sí, mi fe comenzó a desfallecer y comencé a pelear con Dios. Le reclamaba el por qué tenía que pasar por esa situación, cuando mi voz la utilizo para alabarle mediante el cántico, las predicaciones y hasta para dar clases a los hermanos del ministerio de capellanía. Le cuestionaba dónde quedaba la promesa que me hiciera sobre el ministerio que tiene para mí y para mi novio, de acuerdo a su voluntad. Mi respiración se acortaba cada vez más y más hasta que, hace tres días pasó lo inimaginable.
Me encontraba trabajando por la noche cuando, de repente, mi traquea comenzó a cerrarse y mi respiración comenzó a menguar. Sentía mi garganta ser apretada fuertemente y el aire no llegaba a mis pulmones. Me fui de mi trabajo rápidamente, sin saber a donde dirigirme. Decidí llegar a mi pueblo de residencia, Bayamón, para ir al hospital donde trabaja mi médico de cabecera. En el camino, comencé a hablar con Dios, cuestionándome que había hecho mal para que Dios se enojara conmigo. Comencé a perder mi voz. Cada vez respiraba menos. En eso, llamé a mi novio Raúl y le pedí que por favor orara por mí. Tomé la promesa que dice en Mateo 18:19-20:
"19 Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos,
20 porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
Los dos nos pusimos de acuerdo y le pedimos a Dios por mi salud. Al llegar al hospital, a 40 minutos de mi trabajo, y sin poder respirar, con la vista nublada y calambres en mis manos, no sé ni tan siquiera como estacioné mi vehículo, ni como llegué a la recepción de sala de emergencias. Cuando comenzaron a tomar mis vitales, seguí hablando con Dios.
"Señor, tú sabes cual es mi anhelo de servirte, de predicar tu Palabra y de alabarte. Señor, tengo miedo por esto que estoy pasando. No quiero quedarme sin aire... no quiero pasar por ese proceso... Señor, tengo miedo, por favor, ¡socórreme!"
De repente, escuché la voz de Dios diciéndome: "No temas, hija mía, Yo estoy contigo; Yo nunca te desampararé, te llevo en mis brazos". En esos momentos, mi respiración comenzó a correr nuevamente por mi garganta hasta mis pulmones. Dios comenzó a abrir mi traquea.
Al día siguiente, estando en mi casa, vino a visitarme mi primer pastor. Comenzó a hablar con mis padres y a preguntar como estábamos. Mi padre le indicó lo que me había ocurrido en la noche anterior. El pastor me llamó para orar por mí. Cuando puso sus manos sobre mi frente, sentí que unas alas enormes me rodeaban y un calor comenzó a recorrer por mi cuerpo, desde la frente hasta la planta de mis pies. Fue una experiencia maravillosa donde Dios me confirmaba que estaba conmigo.
Cuanta veces creemos que Dios nos abandona en situaciones difíciles porque no vemos la respuesta de nuestras oraciones al momento. Creemos que estamos solos y sin esperanzas. Pero nos equivocamos antes nuestras desilusiones y situaciones desesperantes, y queremos tomar las alternativas en nuestras manos, cometiendo errores que, a veces, son irremediables. He aprendido, ante mi condición, que Dios nunca me deja sola. Si Él no hubiese estado a mi lado, ni hubiese llegado al hospital. Dios manda su contestación en el momento preciso. Dios me ha hecho entender que tengo que aprender a esperar en sus promesas y en su Palabra. Tenemos que aprender a confiar en Él.
La vida que llevamos hoy día está basada en hechos y reacciones inmediatas. Nuestro estilo de vida nos está llevando a ser cada vez más independientes, aún en la parte espiritual. Creemos que Dios sólo está allí de vez en cuando, o cómo una figura decorativa o como un personaje artístico que sólo quiere publicidad.
No sabemos poner nuestra confianza y nuestra fe en sus manos. A Dios le gusta que le retemos... que le reclamemos cada una de las promesas que Él nos ha dado en su Palabra. Es por eso que, en ocasiones, y para probar nuestra fe, nos pone pruebas en nuestro camino para nosotros aprender a confiar en Él. Dios nos quiere consentir, como sus hijos que somos; Él quiere que descansemos en sus brazos, y pongamos nuestras cargas sobre Él. Dios que dirijamos nuestra mirada hacia el blanco perfecto de soberana devoción, que es Jesucristo. ¿Por qué no confiamos en Él, cómo antes? ¿Por qué no ponemos nuestra mirada nuevamente en Él?
Yo sé que Dios va a restaurar mi salud y que Él me dará la victoria sobre esta prueba que estoy llevando ahora. Él tiene un propósito para mi vida y sólo quiere que aprenda a depender y confiar en Él. Yo estoy tomando la decisión de creerle a Dios. ¿Y tú? ¿Qué esperas para poner tu confianza en Dios? Permite que Él haga su voluntad en tu vida y verás grandes resultados... Confía en Él y Él hará cosas maravillosas contigo.
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