viernes, 13 de agosto de 2010

DIOS TE DICE: “TALITHA CUMI”… ¡LEVÁNTATE!




“Y tomando la mano de la muchacha, le dice:

Talitha cumi; que traducido es: “…

a ti te digo ¡Levántate!”.

Marcos 5:41



En mi diario devocional del día de hoy me aparece el pasaje bíblico de Marcos capítulo 5. Esta ha sido una historia que se me enseñó desde pequeña, pero que, realmente, hoy día puedo entender su significado, no sólo para mí, sino para muchos que hoy están en necesidad.

Comienza este capítulo con la historia del endemoniado gadareno. Cuando Jesús y los discípulos llegaron al área dónde éste habitaba, el endemoniado salió a su encuentro para agredirles. Cuando los demonios se fijaron que era Cristo el que se acercaba, comenzaron a gritar y a postrarse ante Jesús para que éste los dejara en paz. Los demonios temblaban ante su presencia. Tal es el poder de Cristo que los demonios se postraban a sus pies a pedirle clemencia y pedirles que les ordenaran y ellos obedecerían. Luego de echar los demonios fuera de aquel hombre, Jesús le vistió y le pidió que predicara a los suyos las cosas que Dios hizo por él. Cristo le restauró, le rescató de los muertos, y le levantó en piedra firme, siendo este el primer “Talitha cumi” de nuestra historia.

Las obras de Jesús habían recorrido por muchos lugares y aldeas que, hasta los principales sacerdotes, se acercaban a Él para que les aconsejase o les realizase algún milagro. Ese fue el caso de Jairo, un principal de la casa de la sinagoga que, al ver a su hija enferma, decidió acercarse al Maestro para que hiciera el milagro de sanidad en su vida. Su fe era extremadamente grande que no le importó su posición dentro de la sinagoga ni en la sociedad. Su único objetivo era que la salud de su hija fuera recuperada.

De camino a casa de Jairo, Jesús, en su bendita misericordia, permitió que ocurriese otro milagro de sanidad: una mujer que padecía de flujo de sangre fue sanada al instante. Habían pasado doce años de sufrimiento, de rechazo y de humillaciones. Doce años de ser desechada por la sociedad. Doce años de vivir una vida de menosprecio y de desilusiones, al ver que todos se alejaban por ella por su enfermedad. Pero de algo podemos estar seguros… Ella nunca perdió su fe. Ella sabía que el hombre puede fallar, pero Dios nunca falla. Muchas veces somos rechazados, menospreciados y desechados. Los que pensamos son nuestros amigos o nuestra propia familia a veces suelen darnos la espalda cuando más le necesitamos. Pero nunca debemos perder la fe. Así como la mujer del flujo de sangre, debemos acercarnos con humildad a tocar el borde del manto de Cristo. Ella había utilizado todos sus recursos; había visitado todos los médicos de la región y no había obtenido ningún resultado. Sólo le quedaba su fe… una fe que la llevó a traspasar una multitud y le permitió alcanzar salud para su vida pero, sobre todo, salvación.

En ese momento, Cristo le dijo a la mujer: “Talitha cumi”, con el simple hecho que ella tocó el borde de su manto. Él sintió que poder salió de Él no por el simple hecho de que ella tocara su manto, sino porque de su bendita gracia manó la salud que la mujer tanto necesitaba. Sus discípulos se maravillaban al Jesús preguntar quién le había tocado. Lo que ellos no sabían era que Jesús quería hacer la obra completa en aquella mujer. No era simplemente el hecho de sanarla, ni tampoco el de juzgarla por romper un estatuto de la ley, sino el hecho de salvarla. Es por ello que la mujer, a quien le tenían prohibido por la ley salir a la calle y, más aún, tocar a un hombre por su condición de salud (ya que, para ese entonces, se consideraba como impura a la mujer que tuviese esa situación), se apresuró a declarar que Jesús había hecho el milagro en su vida, dándole Cristo, en adición, la salvación. ¡Qué hermoso que podemos contar con un Salvador y Sanador, todo en uno! No sólo llevó nuestras enfermedades en la cruz del Calvario, sino que también nos regaló la oportunidad de ser llamados sus hijos, dándonos la salvación.

No podemos olvidar que pasó con Jairo y su hija. Cuando Cristo estaba efectuando el segundo de los milagros, sanando a la mujer del flujo de sangre, vino un mensajero de la casa de Jairo a decirle a este que su hija había muerto. ¡Qué desilusión más grande sentía Jairo en aquel momento! Para él fue terrible que su pequeña niña, su más preciado regalo, hubiese fallecido mientras él se dedicaba a buscar al Maestro. Su corazón se llenó de tristeza. Sin embargo, Cristo le miró sonriente a sus ojos, y con las palabras más suaves, pero firmes, le dijo: “No ha muerto. Sólo duerme.”

La Biblia no especifica que sintió la hija de Jairo al momento de fallecer, ni se vuelve a mencionar su testimonio. Sin embargo, me imagino a la niña sintiendo, en el momento de su muerte, al propio Padre Celestial sentado a la orilla de su cama, mirándole con ternura y amor, y sonriéndole. Me imagino a la niña tratando de levantarse de su camita para abrazar a Dios, y éste, con el mayor de los cuidados, darle ese abrazo, tomarla de la mano y comenzar a caminar con ella por un hermoso jardín rebozando de flores de miles de colores. Me imagino la cara de alegría de la hija de Jairo: sus ojos brillando de ilusión, su amplia sonrisa llena de inocencia y su alegre risa llenando todo el ambiente. De repente, la niña se voltea al oír a alguien llamarla por su nombre. Mira a Dios con ojos tristes, y le dice que no quiere irse de allí. Dios, con voz como viento apacible, le contesta: “Tienes que regresar. Esto es un sueño; todavía no es tú tiempo de estar en este hermoso jardín. Tú familia te necesita.” Le da un tierno beso en su frente, la toma de la mano, y la regresa a su cama, donde la niña oye una potente, pero melodiosa voz que le dice: “¡Levántate!”

El tercer milagro ocurrió de la manera más sorprendente. Para Dios no existe nada imposible: los demonios tiemblan y se postran ante su presencia; los príncipes corren a sus pies para que les ayuden y confían en el ciegamente; las enfermedades desaparecen con tan sólo tocar el borde de sus vestiduras; y la muerte no lo detiene, sino que tiene que abrir sus fauces y ¡los muertos resucitan!

Dios todavía hace milagros hoy día. Él continúa sanando vidas que están desahuciadas por la ciencia y la medicina. Cristo abre puertas de empleos a personas que han perdido sus trabajos. En medio de la crisis económica, nuestro Padre Celestial sigue proveyendo y supliendo a cada una de nuestras necesidades, ya que Él es el dueño del oro y la plata. Lo único que nosotros debemos hacer es clamar a Él, confiar en sus promesas y mantenernos firmes y fieles en nuestra fe. Al hacerlo, verás como la bendita mano de Dios comienza a obrar en tu vida y oirás su voz decirte: ¡Talitha cumi! ¡Levántate!


lunes, 9 de agosto de 2010

¡Apaga el celular!

" Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. "                                                                                                                                               Jeremías 33:3

                                              
En mi proceso de recuperación de mi ataque de asma, lo único que tengo permitido es dormir, ver un poco de televisión, escuchar radio y... ah, sí... dormir...  Para poder cambiar la rutina, comencé a escuchar una predicación, donde el predicador hablaba sobre como tenemos que elevar nuestra comunicación con Dios a niveles inimaginables. 

Él contaba sobre un vuelo que tuvo recientemente y cómo, al momento de abordar el avión, la azafata le decía a los pasajeros que tenían que apagar sus celulares, para que los mismos no interfiriera con la comunicación de los pilotos.  Esto evita que se formen diversos accidentes por errores en los satélites. No muchos hacen caso a esta advertencia.  Es por eso que las azafatas pasan una y otra vez entre los pasajeros para evitar una catástrofe.  
                                                             
Y así debe ser la comunicación con Dios.  Cuando entramos en contacto con Dios debemos apagar todo aquello que interrumpa la comunicación directa con nuestro Padre Celestial.  Siempre me ha estado curioso como en muchos lugares ponen letreros donde indican que apaguen su teléfono celular: a la hora de hacer una orden o comprar algo, cuando vamos a la oficina del doctor, cuando estamos en una biblioteca y, aunque curioso, pero cierto, cuando llegamos a la iglesia.




Hoy día tenemos muchos medios que, en vez de acercarnos más a nuestro Padre Celestial, nos distraen y nos alejan de Él.  Y no sólo me  refiero sólo a los medios electrónicos, sino me refiero a lo que se conoce en las comunicaciones como ruidos innecesarios.  Nuestros problemas diario: que si las deudas, las preocupaciones por la salud, los problemas familiares, crean en nosotros una barrera que impide que nuestra oración suba ante nuestro Padre de manera clara y precisa.  Comenzamos a orar y suena el teléfono, se quema el arroz, los niños comienzan a llorar, los hermanos al lado de nosotros comienzan a dialogar en voz alta... y, simplemente, nos interrumpen.  Es ahí cuando Dios te pide que apagues tu celular... tu celular de preocupaciones, tu celular de situaciones difíciles, tu celular de hablar mal sobre tu hermano, tu celular de discordia... Simplemente... ¡Apágalo!  

Dios quiere hablarte directamente a ti, y quiere bendecirte mediante su conversación contigo.  ¿No crees que sería bueno conectarnos directamente con Dios y dejar a un lado aquello que impide que hablemos claramente con Él?  Apaga ese celular espiritual y deja que su amor y su misericordia cubra cada ángulo de tu vida. 


domingo, 8 de agosto de 2010

A un hilo de aliento de vida... Tú me rescatastes...


"Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y cobra aliento". Mientras Él me hablaba, recobré las fuerzas y dije: "Hable mi señor, porque me has fortalecido".

Daniel 10:19

Hace aproximadamente un mes me fue diagnosticado dos enfermedades relacionadas a problemas respiratorios.  Fui diagnosticada con  asma crónica y apnea del sueño, con un funcionamiento en mis pulmones de un 54%.  Al principio lloré, me turbé, pensé en que Dios se había olvidado de mí... sí, mi fe comenzó a desfallecer y comencé a pelear con Dios.   Le reclamaba el por qué tenía que pasar por esa situación, cuando mi voz la utilizo para alabarle mediante el cántico, las predicaciones y hasta para dar clases a los hermanos del ministerio de capellanía.  Le cuestionaba dónde quedaba la promesa que me hiciera sobre el ministerio que tiene para mí y para mi novio, de acuerdo a su voluntad.  Mi respiración se acortaba cada vez más y más hasta que, hace tres días pasó lo inimaginable.

Me encontraba trabajando por la noche cuando, de repente, mi traquea comenzó a cerrarse y mi respiración comenzó a menguar.  Sentía mi garganta ser apretada fuertemente y el aire no llegaba a mis pulmones.  Me fui de mi trabajo rápidamente, sin saber a donde dirigirme.  Decidí llegar a mi pueblo de residencia, Bayamón, para ir al hospital donde trabaja mi médico de cabecera.  En el camino, comencé a hablar con Dios, cuestionándome que había hecho mal para que Dios se enojara conmigo.  Comencé a perder mi voz.  Cada vez respiraba menos.  En eso, llamé a mi novio Raúl y le pedí que por favor orara por mí.  Tomé la promesa que dice en Mateo 18:19-20:

"19 Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos, 
20 porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

Los dos nos pusimos de acuerdo y le pedimos a Dios por mi salud.  Al llegar al hospital, a 40 minutos de mi trabajo, y sin poder respirar, con la vista nublada y calambres en mis manos, no sé ni tan siquiera como estacioné mi vehículo, ni como llegué a la recepción de sala de emergencias.  Cuando comenzaron a tomar mis vitales, seguí hablando con Dios.

"Señor, tú sabes cual es mi anhelo de servirte, de predicar tu Palabra y de alabarte.  Señor, tengo miedo por esto que estoy pasando.  No quiero quedarme sin aire... no quiero pasar por ese proceso... Señor, tengo miedo, por favor, ¡socórreme!"

De repente, escuché la voz de Dios diciéndome: "No temas, hija mía, Yo estoy contigo; Yo nunca te desampararé, te llevo en mis brazos".  En esos momentos, mi respiración comenzó a correr nuevamente por mi garganta hasta mis pulmones.  Dios comenzó a abrir mi traquea.

 Al día siguiente, estando en mi casa, vino a visitarme mi primer pastor.  Comenzó a hablar con mis padres y a preguntar como estábamos.  Mi padre le indicó lo que me había ocurrido en la noche anterior.  El pastor me llamó para orar por mí.  Cuando puso sus manos sobre mi frente, sentí que unas alas enormes me rodeaban y un calor comenzó a recorrer por mi cuerpo, desde la frente hasta la planta de mis pies.  Fue una experiencia maravillosa donde Dios me confirmaba que estaba conmigo.

Cuanta veces creemos que Dios nos abandona en situaciones difíciles porque no vemos la respuesta de nuestras oraciones al momento.  Creemos que estamos solos y sin esperanzas.  Pero nos equivocamos antes nuestras desilusiones y situaciones desesperantes, y queremos tomar las alternativas en nuestras manos, cometiendo errores que, a veces, son irremediables.  He aprendido, ante mi condición, que Dios nunca me deja sola.  Si Él no hubiese estado a mi lado, ni hubiese llegado al hospital.  Dios manda su contestación en el momento preciso.  Dios me ha hecho entender que tengo que aprender a esperar en sus promesas y en su Palabra.  Tenemos que aprender a confiar en Él. 

La vida que llevamos hoy día está basada en hechos y reacciones inmediatas.  Nuestro estilo de vida nos está llevando a ser cada vez más independientes, aún en la parte espiritual.  Creemos que Dios sólo está allí de vez en cuando, o cómo una figura decorativa o como un personaje artístico que sólo quiere publicidad.

 

No sabemos poner nuestra confianza y nuestra fe en sus manos.  A Dios le gusta que le retemos... que le reclamemos cada una de las promesas que Él nos ha dado en su Palabra.  Es por eso que, en ocasiones, y para probar nuestra fe, nos pone pruebas en nuestro camino para nosotros aprender a confiar en Él.  Dios nos quiere consentir, como sus hijos que somos; Él quiere que descansemos en sus brazos, y pongamos nuestras cargas sobre Él.  Dios que dirijamos nuestra mirada hacia el blanco perfecto de soberana devoción, que es Jesucristo.  ¿Por qué no confiamos en Él, cómo antes? ¿Por qué no ponemos nuestra mirada nuevamente en Él?

Yo sé que Dios va a restaurar mi salud y que Él me dará la victoria sobre esta prueba que estoy llevando ahora.  Él tiene un propósito para mi vida y sólo quiere que aprenda a depender y confiar en Él.  Yo estoy tomando la decisión de creerle a Dios.  ¿Y tú? ¿Qué esperas para poner tu confianza en Dios?  Permite que Él haga su voluntad en tu vida y verás grandes resultados... Confía en Él y Él hará cosas maravillosas contigo.

domingo, 4 de abril de 2010

La gloria de Dios alcanza a todos...




"... Su gloria cubrió los cielos, la tierra se llenó de su alabanza. Su resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano; allí está escondido su poder."

Habacuc 3:3-4


¡Qué hermosa ha sido la mañana de hoy, llena de sol, de cantos hermosos de miles de aves, y llena de ricas fragancias de las flores que rodean mi jardín! ¡Qué preciosa ha sido la tarde, llena de frescura y un hermoso color dorado que lleno mi alma de felicidad! ¡Qué preciosa es ésta noche, tan llena de paz y de miles de estrellas que adornan el inmenso cielo...! Y en medio de todo, en cada etapa del día, la gloria de Dios llenando la faz de la Tierra y llenando nuestros corazones...

Hace dos mil años María Magdalena tuvo la hermosa oportunidad de tener ese encuentro con Cristo, cara a cara. Muy de mañana, cuando era aún de noche, se levantó María Magdalena para ir al sepulcro a perfumar y a preservar el cuerpo de Cristo, llena de tristeza y de desaliento, ante la pérdida de su Rabí (Maestro). Narra San Juan en el capítulo 20, versículos del 11 al 18, que, al llegar al sepulcro, María Magdalena vió la piedra removida y no encontró el cuerpo de Jesús. Lloraba desconsoladamente ante la desaparición del Maestro que, cuando éste le habló, pensaba que era el jardinero de aquel huerto. Muchas veces tenemos vendas espirituales que no nos permíten ver más allá de nuestros problemas. Pensamos, como María Magdalena, que Dios ha desaparecido de nuestro lado y que nos encontramos sólos enfrentando la crisis.

Jesús le preguntó a María Magdalena el por qué de su llanto. Ésta, sin percatarse aún, le contesta con un reclamo por el cuerpo de Cristo. Nos podemos poner en el lugar de María Magdalena cuando, a toda costa, queremos que en nuestras vidas ocurran sucesos o obtengamos beneficios, placeres o cosas materiales que no son beneficiosas para nosotros. Buscamos como satisfacer nuestra carne, en vez de nuestro espíritu, sin darnos cuenta que esas cosas que pedimos no convienen para nuestras vidas. Jesús llamó a María Magdalena por su nombre, y ella reconoció que estaba frente al Maestro. Sus vendas espirituales cayeron de sus ojos y pudo ver la gloria de Dios manifestada. Él te llama por tu nombre para que tus vendas espirituales caigan y puedas ver las bendiciones y la vida eterna que Dios tiene preparado para ti. Sólo queda de ti el aceptarle como tu único y exclusivo Salvador, dar ese paso de fe que te llevará a alcanzar la vida eterna.

Muchas veces ocurren catástrofes en el Mundo, o crisis en nuestras vidas que nos llevan a dudar si Dios está con nosotros y, en casos graves, a pensar que Dios no existe. Muchos se preguntaron dónde estaba Dios en el 9/11, donde murieron tantas personas inocentes (Dios estaba abriendo las puertas del cielo a sus hijos para que pudieran descansar, mientras velaba por los sobrevivientes). Otros cuestionan donde Dios se ocultaba cuando el terremoto de Haití y el terremoto-tsunami de Chile: Dios estaba cuidando a cada uno de los sobrevivientes atrapados en las ruinas, como la anciana que fue encontrada 3 semanas después del terremoto de Haití en la iglesia, el hombre que veía a ese "anciano" que le llevaba agua y consuelo por espacio de mes y medio, mientras estaba pillado bajo los escombros. Estaba en la valentía de aquella niña en Chile que, viendo la ola del tsunami de Chile virar hacia su pueblo, decidió correr al campanario de la iglesia para dar la alarma y, así, salvar a cientos de vecinos. Estaba cuidando al pescador y a su hijo que, sacrificando su vida, salvaron en su pequeño bote a 32 personas, y Dios les recibió en sus brazos amorosos cuando aquella ola viró la embarcación y ellos dos perecieron. Dios está dándole fortaleza a muchas vidas pacientes de cáncer terminal, de sida o de cualquier enfermedad catastrófica. Dios está al lado de aquel desempleado que siente que todo el mundo se siente agobiado por las deudas y piensa que ya no puede más... Dios nunca llega tarde; Él siempre llega a tiempo...

En tu momento de dificultad, en tu momento de crisis, allí está Dios... Su gloria y su poder están como escudo protegiéndote a tu alrededor. Cristo está cargándote en sus brazos mientras caminas por la arena de la inseguridad, por el valle de sombras y muerte. Dios nunca te abandona, pero debes abrir tus ojos espirituales y tu corazón. Es el mejor paso que puedes dar... ¡Atrévete!



viernes, 2 de abril de 2010

Un sacrificio inmerecido




Hoy veía a mi sobrino de 8 años insistir en ver las películas sobre la pasión y muerte de Jesucristo, que se suponen dieran en los canales principales del país. Buscamos en todos los canales y ninguno tenía la película que el niño quería ver, lo cual hizo que él se sintiera frustrado y comenzara a llorar. Al preguntarle cuál era su insistencia para ver dicha película, mi sobrino me contestó que él quería ver cómo Jesús había sufrido por él y por sus pecados para salvarlo. Simplemente quería ver el sufrimiento de Jesús para que a él no se le olvidara ese gran sacrificio que hizo en la cruz por nosotros.
Hoy... un día común y corriente para la humanidad... Un día dónde muchos disfrutaron y compartieron con las familias en las playas, parques, piscinas, o solamente en sus casas... Otros asistieron a la iglesia de su predilección a conmemorar la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo: algunos con tristeza profunda, haciendo procesiones y recreando las últimas horas del Maestro... Otros celebraban con alegría el tener la oportunidad de que sus vidas cambiaran, sus pecados fueran perdonados y sus corazones se llenaron de esperanza. Los cristianos celebran la crucifixión de Cristo. Yo no... Yo celebro el amor que Él me brindó al morir en aquella cruz... al perdonarme de mis pecados e iniquidades, tal como lo hizo con el ladrón que estaba a su lado en la cruel cruz.
Hoy aprovecho la oportunidad para expresarle al mundo, no sobre la muerte de Cristo, sino su sacrificio por nosotros. Dice en Isaías 53:3 al 5: "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curado."
El profeta Isaías tuvo esa revelación sobre la muerte de Jesucristo 722 años antes de éste nacer. Sin embargo, sus palabras fueron un reflejo exacto de lo que Cristo sufrió al pasar por el camino al Golgota; el dolor de los clavos traspasando cada una de sus manos y de sus pies; cada humillación del pueblo y el rechazo de los suyos... El profeta lo compara con un cordero en el cual, según la tradición de expiación judaica, depositaban sobre él todo el peso de la culpa y los pecados, y luego era sacrificado para que, a través de su sangre, el pecador quedara libre de culpa. Sin embargo, el pueblo continuaba pecando y ya no reconsideraban el acto de la expiación como un acto solemne, sino que era para ellos, más bien, una tradición o costumbre.
Dios permitió que su hijo tomara el lugar del cordero para hacer el sacrificio más real, un sacrificio verdadero. Nosotros pensamos: "Wow!!! ¿Qué clase de padre le haría ese daño a su hijo por alguien más? ¿Por qué sacrificarlo todo para que la humanidad tuviese el perdón de sus pecados? Cristo sufrió toda la maldad, el rechazo, el desprecio y los dolores y enfermedades de nosotros en su cuerpo carnal, con tal de brindarnos su amor, su perdón y la vida eterna. Todo lo que Dios quiere es que le entreguemos nuestros corazones para Él limpiarlos del pecado, restaurarlos de las heridas propiciadas por el mundo, y poner a nuestro alcance la salvación y vida eterna. ¿Serías capaz de rechazar y olvidar ese sacrificio de amor que Cristo hizo por ti? No desprecies esa muestra de amor y acéptale... El sueño de Cristo fue entregarse a morir en la cruz del Calvario por ti y por mí. Dale la oportunidad y te aseguro que tu vida cambiará para siempre.



miércoles, 31 de marzo de 2010

Amigo... más que hermano...


"Amigo... más que hermano..."

En mi paso por esta vida he tenido muchos amigos y conocidos a quienes recuerdo y aprecio siempre con todo mi corazón. Muchos son los que de una manera u otra han impactado mi vida y yo sé que, de alguna manera, yo he impactado a la suya. Sin embargo, sólo seis personas conocen todo acerca de mí, fuera de lo que es mi familia. Para mí, ellos son mi familia extendida... Más que mis amigos, son mis hermanos, a quienes he aprendido a admirar, querer, respetar, proteger, cuidar y, sobre todo, amar en un amor ágape. Ellos han sido mis baluartes, mis pilares de fortaleza en momentos de debilidad, mis ángeles guerreros en medios de las más cruentas batallas, mis eruditos en toda materia y, aquella que no sepan, se la sacan de la manga con tal de buscar solución a mis "pequeños problemas"... Han sabido quererme con mis faltas y defectos (ufff, y son muchos...). Han sido escudos para protegerme de las adversidades y, al igual que mi familia, siempre sacan la cara por mí... Ellos han sabido como soportar mi mal carácter, y han ayudado a que yo pueda dominarlo y controlarlo, sacrificando la vieja criatura que vivía en mí para convertirme en una mujer mansa como las palomas, pero astuta como las serpientes. Ellos, junto a mi familia, son mi razón de ser... Es por eso que hoy quiero dedicarle este espacio a ellos, mis enviados de Dios: Amaury, Dennise, Eves (QEPD), Elisa, Raúl y Jonathan. Se preguntarán: ¿Por qué en ese orden y cual es la relación que tienen conmigo? Bueno, les explicaré...

Primero menciono a Amaury, ya que nos conocemos desde hace 25 años. Estudiamos juntos desde la escuela elemental, hasta el primer año de universidad. Amaury es una persona bien dada a todos aquellos que le conocen. Siempre ha estado pendiente en ayudarme cuando me he metido en sendos líos. A veces juega el papel de mi conciencia y nunca dice NO. Al contrario, siempre está pendiente para ayudarme, sin esperar nada a cambio.

En segundo lugar se encuentra mi "comadre" (sí, fui su madrina de bodas). Ambas con caracteres fuertes, sin embargo, hemos tenido una amistad que ha pasado veinte mil visicitudes a través de estos 18 años de conocernos. Durante mi crisis del divorcio, Dennise fue mi estandarte, dándome consejos y buscando siempre que yo sonriera con sus ocurrencias. Y, a pesar de que estamos un poco separadas por la diferencia de horarios en el trabajo, nunca he dejado de quererle y apreciarle por ser ese punto fuerte del cuál puedo arreguindarme.

Eves (que en paz descanse)... Eves era mi "angelito caído", como él solía decirse. Con sus ocurrencias me hacía reír y hasta llorar, cada vez que me enseñaba los poemas que escribía (¡vamos! Eves era bien melodramático...) Compartí poco con él, ya que falleció en un accidente de autos. Siempre le recuerdo con mucho cariño...

Elisa... mi hermanita mayor en Cristo... Desde que nos conocimos en Chrysler (ella como mi mentora, y yo como su aprendiz), aprendí a quererle y respetarle en gran manera. Elisa es como mi alma gemela... mejor dicho, yo soy su "mini me", ya que fue mi paño de lágrimas, mi confidente, mi maestra, mi jefa, mi consejera y mi mejor amiga por enseñarme tantas cosas que siempre las atesoro y me seguirán hasta el fin de mis días.

Raúl... mi bendición... el regalo más preciado y el tesoro que Dios me ha dado. Después de mi divorcio, me prometí no volverme a enamorar. Sin embargo, Dios tenía otros planes conmigo... Sin conocerle, oré e intercedí por él con llanto amargo para que Dios le librara de una gran prueba (no sabía quien era ni lo que le pasaba en ese momento). Sin embargo, seis meses después de esa oración, le conocí por internet y ha sido un imán fuerte que me atrajo hacia él. Raúl es mi apoyo en mi "re-crecimiento espiritual" en los caminos de Dios. Es mi otra mitad, por la cual sueño, amo y anhelo algún día poder compartir esas bendiciones que Dios tiene separado para nosotros, y ese ministerio que Dios nos entregó en nuestras manos para llegar a otros con el mensaje de salvación, fe y esperanza.

Por último, pero no menos importante, se encuentra Jonathan. A pesar de conocerle desde hace poco tiempo, y de que tenemos diferentes maneras de pensar y de actuar, Jonathan se ha convertido en un amigo incondicional en las buenas y en las malas. Es una persona que sabe escucharte, da consejos inteligentes y te demuestra su amistad al máximo, hasta el punto de convertirse en tumba por tal de guardar un secreto. Llevo casi ocho meses conociéndole, y de verdad se ha ganado mi admiración, cariño y respeto.

Estos seis ángeles de Dios me han ayudado en muchos momentos de prueba y de dificultades. Me han apoyado y hasta regañado cuando hago o digo mal las cosas. Son piedras preciosas que guardo en mi corazón, ya que ninguna caja fuerte puede encerrarlas. Dios ha permitido sus pasos en mi vida y han aportado en mi crecimiento, como ser humano.

Hay una gran diferencia entre conocer bien a alguien y ser un verdadero amigo. La evidencia más grande de una amistad es la lealtad, el amar en todo tiempo (1ra Corintios 13:7), estar listos para ayudar en momentos de aflicción, compartir alegrías, triunfos, tristezas y fracasos, y nunca te abandonan, aún cuando se sientan heridos o lastimados. El verdadero amigo sabe como perdonarte cuando le ofendes; sabe aconsejarte sobre qué está bien o qué está mal... te escucha cuando tienes ganas de desahogar tus corajes o penas y comparten siempre tu felicidad. Dios me ha bendecido en gran manera con estos amigos... Amigos... más que hermanos... Les pido que me perdonen mis majaderías, mi mal carácter y todas aquellas pequeñas cosas que han podido causarles daño. Les quiero mucho, con toda mi alma. Así como Cristo es nuestro amigo en las buenas y en las malas, quiero permanecer con ustedes hasta el fin. ¡Dios bendiga nuestra amistad!





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martes, 30 de marzo de 2010

Andando por el Valle de Sombras de Muerte...


Cuando pequeña mis padres solían llevarme al circo a ver las diferentes atracciones. Me fascinaban las acrobacias: desde la pequeña joven que corría a caballo parada sobre este, hasta el payaso que brincaba desde el suelo hasta una silla bien alta, encima de sus compañeros. Pero, lo que más me llenaba de terror era ver a los trapecistas, en especial, al que caminaba sobre la cuerda. Me cubría los ojos para no ver este acto. Cuando la persona llegaba al final de la cuerda y todos comenzaban a aplaudir, entonces yo abría mis ojos y aplaudía hasta el cansancio.

Hace cinco años atrás yo pasé por esa cuerda floja. Me vi parada sobre ella y a cada lado de esta cuerda lo que había era muerte. Pasé por una situación de violencia doméstica en donde me cegué completamente y por poco cometía un error que me afectaría para toda la vida. Sin embargo, el Pastor de pastores, Dios, envío a sus ángeles a protegerme y a librarme de la mano de esa persona que robó mi confianza. Sin embargo, nosotros los seres humanos creemos ser capaz de todo y de que nuestras vidas nos pertenecen. En mi ignorancia, comencé a vivir en rebeldía contra todos: mi familia, mis amigos, mi trabajo, hasta con Dios. Actuaba de forma tal que, aunque tenía temor de Dios, vivía como si el no existiera. ¡Qué triste fue vivir de esa manera!

Sin embargo, Cristo siempre está pendiente de nosotros. A pesar de mi rebeldía, Él cuidaba sobre mí. Dios me libró de muchas caídas y muchos peligros durante ese momento, y aún hoy lo hace. Después de dos años de rebeldía, recapacité de mis errores y volví a sus caminos. ¡Qué bueno y misericordioso es el Señor y que grande es su amor para con nosotros!

Dice el Salmo 23:4 : "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo..." El salmista David hace una comparación de lo que el pasaba con las ovejas cuando se extraviaban por los valles obscuros y peligrosos de Israel y cómo el pastor de esas ovejas iba tras de la oveja perdida a rescatarla. Este no se quedaba tranquilo y aceptaba la pérdida de esa oveja, sino que la buscaba hasta encontrarla, la tomaba en sus brazos, la llevaba al redil y la curaba con amor, como si fuera uno de sus hijos. Así mismo hace el Padre Celestial con nosotros.

La muerte y el pecado se proyectan como sombras aterradoras sobre nuestras vidas. Nos encontramos indefensos; nuestra fortaleza y nuestro ánimo se debilita y, es así, como el diablo se aprovecha de nosotros y nos hace pensar que somos inútiles, que estamos desamparados y sólos en este Mundo. Sin embargo, Dios nos demuestra que siempre nos lleva en sus brazos amorosos para que el dolor y el sufrimiento de la prueba. Él, al igual que el buen pastor, nos carga en sus brazos lleno de amor, nos cura las heridas que nos propicia la vida y nos lleva a descansar en remanso de paz. Dios no nos abandona en momento de la prueba. La Biblia declara en diversos pasajes que Dios está siempre con nosotros. En el Salmo 138:7 dice: "Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás... y me salvará tu diestra." En Proverbios 3:26": "Porque Jehová será tu confianza..." Y por último, en el libro de Isaías declara: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia"(Isaías 41:10). En Isaías 43:1-3, Dios nos recuerda lo siguiente: "No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador."

La Palabra de Dios es fiel y verdadera. Nunca regresa vacía. Sus promesas son ciertas y se cumplen en cada uno de nosotros. Depende de nosotros el aceptar cada una de sus promesas y recibir cada una de sus bendiciones. Sólo una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle sombrío de la muerte y del pecado, y nos ayuda a pasar hasta el otro lado a salvo: Él es el Dios de la vida, nuestro pastor. La vida es incierta, y por eso debemos seguir a este pastor que nos ofrece eterna paz. Él espera por ti... Da ese paso para salir del Valle de Sombra de Muerte...

domingo, 28 de marzo de 2010

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre..."


Tengo tres sobrinos que son la luz de mis ojos. Todos los días llegan a pedirme la bendición y a preguntar que cosas nuevas Tití hará para ellos: llevarlos al parque, al Morro, o simplemente montarlos en mi carro y darle "una vueltita" hasta que se queden dormidos... Cuando tienen trabajos especiales de la escuela, siempre le piden a tití que se las ingenie para crearles el mejor proyecto y, así, ser la envidia de los demás.

Sin embargo, como todo niño, mis sobrinos suelen hacer travesuras que a veces conllevan que tití los regañe y hasta les castigue, sin dar esa vueltita acostumbrada. Luego de una hora, mis sobrinos se acercan con ojos llorosos y me piden perdón, borrando así cualquier recuerdo de travesura realizada.

No sé como seré como madre... aún no he tenido la oportunidad de traer un hermoso regalo al Mundo llamado hijo. Pero, eso no ha impedido que sea parte de la educación cristiana y secular de mis sobrinos. Debo, tengo y quiero ser un modelo a seguir para que ellos se conviertan en hombres y mujeres de bien en el mañana. Yo tuve ese modelo en mis padres, que han sido de mucha bendición en mi vida desde el momento en que nací, hasta el presente. Gracias a la educación que nos han dado, nos hicieron hombres y mujeres de bien. Lo primero que nos recalcaron es que Dios, sin ninguna objeción, nos ha brindado su eterno amor.

Nosotros somos niños... hijos del Padre Celestial que nos ha amado desde la creación del mundo hasta el presente. Muchas veces vivimos nuestras vidas como niños malcriados, queriendo hacer las cosas a nuestra manera y no de acuerdo a su voluntad. Sin embargo, a pesar de nuestra rebeldía y de los pecados que cometamos, Dios nos ama tanto que no nos quita el derecho de ser llamados sus hijos. Al contrario, cada día vela por nuestras vidas y espera por nosotros, como el padre que esperó a que el hijo pródigo regresara a su hogar. La Biblia dice en 1ra de Juan 3:1 que contemplemos el amor que Dios, nuestro Padre, nos ha dado, que nos ha llamado sus hijos... ¡Sus hijos! No somos extraños para Él... Sino que somos nada más y nada menos que ¡Sus hijos!

Ese ha sido el regalo más hermoso que Dios nos ha dado. Fuimos creados por Él a su imagen y semejanza. Volteamos nuestra mirada de su amor y nos alejamos de Él creyéndonos que somos seres invencibles, auto creados y que no necesitamos de su amor y su misericordia para vivir. Sin embargo, cuando tenemos situaciones difíciles, cuando creemos que no podemos más con las cargas que nos da la vida y simplemente perdemos las fuerzas y las esperanzas de vivir, Dios está allí, con sus brazos extendidos, completamente abiertos, para que regresemos a Él y descansemos en sus promesas. Dios hizo el sacrificio más grande: entregó a su hijo unigénito, Jesucristo, para que nosotros fuésemos llamados sus hijos (Juan 3:16). ¡Eso sí es amor!

Dios te ama... te ama tal como eres... Él quiere brindarte la vida eterna y perdonar tus pecados y transgresiones. Dios te espera con brazos abiertos para darte amor y vida eterna. Sólo debes darle la oportunidad de aceptarle como tu Salvador, tu pronto auxilio en momento de pruebas y de dificultades y tu Padre Celestial. Sólo quiere que lo ames, de la manera en que Dios te ama a tí... ¡Anda! ¡Dale esa oportunidad y te aseguro que no te arrepentirás jamás!